El despertar

Por: Fernando López

Un día como hoy… cuatro de noviembre amaneció gris, frío, con lluvia pertinaz y tenía que dirigirme al hospital en el que mi mamá estaba hospitalizada, en el intensivo, pues había presentado varios microinfartos y estaban fallando otros órganos vitales para su vida.

Al llegar a la unidad de cuidados intensivos y verla en su cama, otra persona que estaba como paciente, consciente y conectada a equipos de vigilancia cardiaca y soluciones, me dijo…”hoy habló su mami con sus papás, les dijo que llegaría en la noche, que la esperaran… también habló con una tía y le dijo que también la esperara…”

Mi mamá Cristina

Durante los días que estuvo en aquella unidad hospitalaria, ella (mi mamá) no hablaba, sus gestos no habían variado. Como había dejado de comer, se le había conectado una sonda para alimentarle. Dos días antes, mis hijas habían llegado a visitarle y acicalarla, para que se viera “bonita”. Le platicaron y bromearon con ella. La vista la tenía perdida, fija en la nada. Tenía seis años de padecer de Alzheimer. Ya no reconocía a nadie de la familia.

Al acercarme a su cama, observé sus pupilas dilatadas, su nariz particularmente afilada y su respiración empezada a ser agitada. Los médicos y enfermeras que le atendían le colocaron oxigeno para mejorar su estado general. Le ordenaron laboratorios. El médico encargado de la unidad me indicó que iniciaba un proceso de fallo multiorgánico y que esperaban poder revertirlo, luego de saber los resultados de laboratorio.

Después de seis años de no reconocerme, aquella mañana me miró fijamente y me habló, me reconoció y dijo mi nombre. Fue una reacción que me alegró y pude por fin decirle que estaba mejor y que pronto volvería a casa. Fueron los mejores dos minutos desde aquella ocasión en que ya no reconocía a nadie en casa.

Volvió a agitarse y decidí llamar a mis hijos para pedirles que se despidieran. Una de ellas estaba en Zacapa, finalizando su EPS, la reacción de ella me asombró, en lugar de fortalecerle yo, fue ella la que con mucho aplomo me fortaleció y se despidió de quién ocupó un lugar especial en su niñez, adolescencia y juventud, increíblemente la agitada respiración disminuyó y esbozó una sonrisa. Luego llamé a mi otra hija, y también le indiqué que su “mamá” estaba en fase agónica y que le despidiera.

No sé qué le habló, no sé qué palabras haya utilizado, pero su respiración se tornó casi normal. MI hijo llegó al hospital a eso de las cinco de la tarde, al salir de su trabajo y lo dejé hablar a solas con su abuela.

También llegaron a despedirle mi cuñada Isabel (+),Lucrecia (+) mi prima y mi Margarita (+) fallecida recientemente y la única hermana que estaba viva.

En la memoria de mi mamá estaba el recuerdo (según ella decía) de mi primo, Mario, a quién llamaba constantemente, y quién afortunadamente logró llegar a despedirse.

A las 11:30 de la noche, mi mamá, Cristina, presentó un infarto fulminante y nos dejó.

Hace 14 años que ella partió y claro que nos hace falta. Cada vez que hay un evento especial, como la celebración de la Semana Santa, el Día de la Madre o la llegada de la Navidad ella está presente en nuestros recuerdos.

Fue una mujer trabajadora, jamás le escuché decir una maldición en contra de alguien que le hubiese hecho daño. Todo lo contrario, siempre estaba dispuesta a compartir lo poco que tuviera para ayudar. Enseñó a mis hijos a ser responsables, pero sobre todo, a compartir con quienes no tienen la fortuna de la buena suerte y ayudar a reencontrar el camino del éxito.

Ella estará gozando hoy de la paz y la gloria eterna y viva en nuestros recuerdos y en nuestro corazón.

Gracias por haber sido la madre que en todo momento acompañaste mi camino y mi formación. Besitos al cielo.

Les comparto un poema escrito luego del fallecimiento de mi recordada madre.

EL DESPERTAR

(Fernando Lopez)

09112009

Fue tu vientre abultado

El anuncio de la llegada de un nuevo ser,

El anuncio de tu maternidad,

Fue el nuevo brillo de tus ojos

El anuncio de tu inmensa felicidad,

Fueron tus labios los que musitaron

Hermosas canciones de cuna

Llenas de amor, de ansiedad,

De anhelo vehemente por conocer

Aquél que en tu vientre crecía.

Nacido el fruto de tu amor

Le criaste con amor, con dulzura,

Le enseñaste el camino de la vida.

Le educaste para ser responsable

Con Dios, con sus semejantes y con el tiempo,

Con su familia, con sus hijos.

Pasaron los años…

Encaneció tu pelo, tu piel se marchitó,

Tus ojos cansados de tanto desvelo

Ya no tenían la misma agudeza de ayer

Tan solo distinguían siluetas,

Ah, pero el oído no lo perdiste…

En lontananza reconocías la voz del

fruto de tu amor, entonces…

tus labios esbozaban una sonrisa de felicidad,

llegaba a ti nuevamente a quién en tu regazo

arrullabas y cantabas canciones de cuna…

Pero un día, amaneció y tú…

No reconocías aquella habitación,

¿qué día era aquél?

¡¿Por qué el sol no alumbraba?!

¿Acaso la luna había llegado a tu habitación

y no se marcharía nunca más?

Muchos rostros frente a ti…

Muchas voces repitiendo palabras de amor…

Pero ¿qué era ese amor del que hablaban?

¿Qué podían saber del amor aquellos que no

conocías?

Poco a poco se fueron acallando las voces…

Empezaste a respirar forzadamente y luego el

aire hacía falta.

-2-

Una luz brillante perturbó tu vista…

No más voces…

No más rostros…

Calma total…

De pronto, tus ojos vuelven a abrirse

Y desde el cielo reconoces a quienes en vida

Amaste…

A tus vástagos y a sus vástagos…

Recuerdas ahora con claridad

Pero ya no hay dolor, ya no hay angustias,

Hay solo amor y la certeza que les acompañarás

Hasta un nuevo encuentro…

Para abrazarles, besarles y acariciar de nuevo.

Mientras tanto, desde el cielo…

mil besos, mil caricias, mil te quieros

a tus hijos y nietos que tanto amas…

Adios mamá…

Hasta muy pronto…

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